
Desde la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, este ha sido enfático en que quiere reducir la dependencia de China y ha expresado su deseo de trasladar el mercado de producción en ese país a Estados Unidos. Bajo esta premisa, el director ejecutivo de Apple, Tim Cook, confirmó que la mayoría de los iPhones, que se vendan en los próximos meses en territorio estadounidense, serán producidos en India y no en China —como ha ocurrido hasta el momento—.
Sin embargo, la iniciativa del director de la gigante en tecnología no pareció gustarle al presidente Trump, quien durante una intervención en Catar, en el marco de su gira por Medio Oriente, expresó que había tenido “un pequeño problema con Tim Cook”.
Según él, le había dicho al CEO de Apple: “Vas a invertir 500.000 millones, pero ahora me entero de que estás construyendo por toda la India. No quiero que construyas en la India”.
El mandatario aseguró que durante años había aceptado el hecho de que se fabricaran estos dispositivos en China, pero que ahora quiere que este proceso se traslade a su país. “Queremos que construyas aquí. No nos interesa que sigas expandiéndote en India”, sentenció.
Algunos expertos han advertido que trasladar la producción de Apple al país norteamericano sería prohibitivo para la empresa y para los consumidores. De acuerdo con análisis recogidos por el medio The Guardian, la economía estadounidense “no está preparada” para establecer la cadena de producción de la reconocida compañía, debido a que no tiene la infraestructura necesaria ni la mano de obra que se requiere, según expertos de Evercore, firma global de asesoría en banca de inversión.
Mientras que Trump expresaba su descontento con la propuesta de Cook, el Gobierno de India ya había estado adelantado trabajo por su parte. La administración aprobó la construcción de una planta de procesadores Foxconn, que es el principal proveedor de Apple. Esta, valorada por 435 millones de dólares, comenzaría a operar en el 2027 con la fabricación de chips controladores de pantalla, computadores portátiles y otros dispositivos de la marca.
Incluso, el ministro de Electrónica y Tecnología de la Información detalló con optimismo que la instalación “tendrá una capacidad de 20.000 obleas por mes y podrá producir 36 millones de unidades mensuales”.
Los agresivos aranceles que había impuesto el presidente el pasado 2 de abril, y que desataron una guerra comercial sin precedentes con su rival económico, China, había preocupado a Apple, debido a que los gravámenes para las importaciones chinas alcanzaron un 145 %, lo que dispararía los precios finales de dispositivos Apple.
Sin embargo, esta semana, Trump acordó con Pekín una pausa de 90 días, en los cuales las tarifas para las exportaciones del ‘Dragón Rojo’ redujeron a un 30 %, mientras que las naciones logran negociar acuerdos comerciales.
No obstante, esta situación pone entre la espada y la pared a la compañía estadounidense de tecnología, que pretende dejar de depender de China, pero no ha logrado complacer al inquilino de la Casa Blanca.