
Una investigación de The New York Times reveló una serie de acuerdos secretos entre el gobierno de Nayib Bukele en El Salvador y líderes de la pandilla MS-13, que podrían haber influido en decisiones clave del presidente estadounidense, Donald Trump, y entorpecido investigaciones federales en curso.
El reportaje del medio estadounidense sugiere que la cooperación entre ambos gobiernos habría incluido, no solo apoyo logístico para deportaciones masivas, sino también la repatriación de peligrosos jefes pandilleros a cambio de beneficios económicos y políticos.
Entre los protagonistas de esta historia están Vladimir Arévalo Chávez, alias Vampiro, un jefe de la MS-13 acusado de ordenar asesinatos en México, El Salvador y Estados Unidos.
Su captura en febrero de 2023 fue celebrada como un triunfo por las autoridades estadounidenses, pero en abril de este año, los fiscales federales retiraron inesperadamente los cargos que pesaban sobre él, alegando razones de “seguridad nacional”.
Poco después, se formalizó un acuerdo entre Washington y San Salvador que preveía la devolución de más de 200 migrantes, incluidos líderes pandilleros, a una cárcel de máxima seguridad construida por Bukele para terroristas.
Según The New York Times, el gobierno de Trump pagó millones de dólares a El Salvador por su cooperación, pero también accedió a una exigencia del mandatario salvadoreño: repatriar a los cabecillas de la MS-13 bajo custodia estadounidense que serán juzgados en su país de origen.
Sin embargo, el medio afirma que fiscales estadounidenses acumularon pruebas que apuntan a un acuerdo entre Bukele y los líderes de la pandilla, que consistiría en reducir la violencia a cambio de beneficios en prisión y apoyo político.
“El acuerdo, promovido por Trump como parte de su lucha contra el crimen, en realidad socava una investigación de años sobre la MS-13”, asegura el diario.

Dos importantes casos federales en Estados Unidos podrían verse comprometidos y otros líderes de la pandilla podrían negarse a cooperar o testificar, según fuentes cercanas a la Fuerza de Tarea Conjunta Vulcan, creada durante el primer mandato de Trump para perseguir a la organización criminal.
Pam Bondi, fiscal general de Estados Unidos, había pedido recientemente a la “eliminación total” de la MS-13, catalogada como organización terrorista extranjera. Por ello, funcionarios que formaron parte de Vulcan expresaron su indignación ante el trato con Bukele.
“Era corrupto. Y ahora está sentado junto al presidente en la Casa Blanca”, dijo Christopher Musto, uno de los miembros de la fuerza en declaraciones al medio neoyorquino, quien además reveló que se había iniciado una investigación sobre posibles malversaciones de fondos estadounidenses vinculados al Gobierno salvadoreño.
The New York Times también informa que en agosto de 2020, Osiris Luna Meza, director del sistema penitenciario salvadoreño y uno de los hombres de confianza de Bukele, acudió en secreto a la embajada de Estados Unidos en San Salvador. Allí confesó a diplomáticos estadounidenses la existencia de un pacto con la MS-13, y mostró una imagen de un líder pandillero ingresando a una cárcel supervisada por él para reunirse con otros miembros encarcelados. Aunque Luna pidió asilo a cambio de su testimonio, su información fue compartida con los investigadores de Vulcan.

Pocos meses después, el medio salvadoreño El Faro publicó su propia investigación sobre el pacto con la MS-13. En diciembre de 2020, los fiscales estadounidenses acusaron a 14 miembros de la cúpula de la pandilla, incluidos los llamados ‘Doce Apóstoles del Diablo’.
La acusación describía cómo la organización había negociado con partidos políticos salvadoreños para influir en elecciones y controlar los niveles de violencia a su favor.
Aunque el documento no mencionaba directamente a Bukele, sí incluía una sección titulada ‘Influencia política en El Salvador’, en la que se detallaba cómo los líderes pandilleros habían ayudado a asegurar votos a cambio de dinero, celulares y prostitutas mientras estaban en prisión. Un intento de asesinato contra un agente del FBI en El Salvador también formaba parte del expediente.
La Casa Blanca rechazó la versión del Times. “Cualquier insinuación de que el presidente Trump no está erradicando con éxito las bandas criminales terroristas de Estados Unidos es simplemente estúpida”, dijo Abigail Jackson, portavoz oficial. Añadió que Bukele era un aliado valioso en la lucha contra el crimen.
“No hay mejor lugar para estos criminales enfermos e ilegales”, manifestó.

Aún no está claro cuántos cabecillas de la MS-13 han sido devueltos a El Salvador, pero uno de ellos, César López Larios, fue trasladado en marzo. Los abogados de Arévalo han intentado evitar un destino similar, denunciando en una carta al juez que el Gobierno estadounidense hizo “un trato corrupto” para entregarlo y silenciarlo.