Desde el pasado 21 de diciembre, la Guardia Costera de Estados Unidos y otras agencias persiguen de manera infructuosa al gran tanquero Bella 1, vinculado a la exportación clandestina de petróleo de Venezuela. Sobre este buque pesa una orden de incautación por parte de Washington. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no puede ser abordado?
La última ubicación del Bella 1 se sitúa en aguas internacionales del Océano Atlántico Norte, huyendo hacia el noreste tras ser interceptado cerca de las costas de Venezuela.
La operación inicial se desarrolló en aguas internacionales cerca de las costas de Venezuela, cuando el Bella 1 se aproximaba vacío a ese país con la presunta intención de cargar petróleo venezolano.Sin embargo, la tripulación del Bella 1 se negó a permitir el abordaje y al recibir las órdenes de detenerse simplemente continuó su rumbo a velocidad.
Según reportes de seguimiento marítimo y fuentes del diario estadounidense The Wall Street Journal, en el momento en el que era interceptado, el buque giró 180 grados y se alejó rápidamente de la costa y de los barcos estadounidenses. Desde entonces viene siendo perseguido en alta mar.
El Bella 1 forma parte de la denominada “flota fantasma” que transporta crudo sancionado, una red de barcos que opera con transpondedores apagados, cambios frecuentes de bandera y estructuras societarias opacas, diseñadas para evadir controles y sanciones internacionales. Estados Unidos lo considera un eslabón clave en el esquema que permite a Venezuela seguir exportando petróleo pese al endurecimiento del bloqueo.
Cuando Estados Unidos sancionó al Bella 1, lo acusó de transportar petróleo iraní del mercado negro en nombre de organizaciones terroristas designadas por Washington y que son afines a Teherán: el movimiento libanés Hezbolá y los hutíes de Yemen.
¿Por qué es difícil abordar el Bella 1?
El operativo contra el Bella 1 enfrenta limitaciones logísticas: no todas las embarcaciones desplegadas por Estados Unidos cuentan con equipos especializados para realizar abordajes forzados en alta mar, especialmente frente a un buque de gran tamaño y tripulación renuente a cooperar.
El Bella 1 mide 333 metros de largo, lo que equivale a tres campos de fútbol, y tiene una altura equivalente a unos 20 pisos.
Por ello, Estados Unidos ha reforzado el operativo y moviliza recursos adicionales, como un Equipo de Respuesta Especial Marítima y una fuerza de élite entrenada para abordajes de alto riesgo en el mar, incluido el descenso desde helicópteros o mediante técnicas rápidas de abordaje táctico, según The Wall Street Journal.
Los funcionarios estadounidenses dijeron al Journal que tienen ubicado al Bella 1, pero agregaron que no tienen mayor apuro para efectuar una operación contra el petrolero pues se están reuniendo las unidades necesarias para tal misión.
Entonces, una vez completado el despliegue, Estados Unidos dice tener derecho a emplear la fuerza para abordar el Bella 1, empezando por advertencias que pueden incluir disparos.
“Tendrán múltiples helicópteros, se subirán rápidamente al petrolero, subirán al puente y tomarán el control del buque”, dijo al Wall Street Journal el contralmirante retirado William Baumgartner, ex fiscal general de la Guardia Costera.
No se conoce públicamente el motivo por el cual el Bella 1 se niega a acatar las órdenes de la Guardia Costera. Su propietario, la compañía Louis Marine Shipholding Enterprises, radicada en Turquía, no respondió a los intentos de contacto, informó The Wall Street Journal.
Previo a su arribo a las costas cerca de Venezuela, a inicios de setiembre el Bella 1 cargó crudo en Irán, y luego apagó su transpondedor cerca del Estrecho de Ormuz. Permaneció inactivo dos meses y, al reactivar el dispositivo cerca del mismo punto, ya no tenía el cargamento, lo que sugiere una transferencia a otros buques.
Posteriormente, el Bella 1 cruzó el Estrecho de Gibraltar hacia el Atlántico. Marcó como destino Curazao, pero alteró su rumbo el 15 de diciembre, después de que Estados Unidos incautara el primer barco tras la orden de bloqueo petrolero total emitida por Donald Trump.
Desde el 10 de diciembre, Estados Unidos incautó sin resistencia dos petroleros que transportaban crudo venezolano, con el propósito de afectar la principal fuente de ingresos del régimen de Nicolás Maduro.
El primero fue el Skipper, interceptado y capturado en aguas internacionales frente a Venezuela.
La Guardia Costera, con apoyo de unidades especiales y embarcaciones del portaaviones USS Gerald R. Ford, abordó la nave que había partido de un puerto venezolano con cerca de 1,8 millones de barriles de crudo.
Washington calificó al Skipper como parte de la “flota fantasma” que trabaja para Venezuela.
La orden de captura se ejecutó mediante fuerzas tácticas de abordaje aéreo y marítimo sin que se registren bajas.
Diez días después, el 20 de diciembre, las autoridades estadounidenses ejecutaron un segundo operativo similar contra otro superpetrolero, el Centuries, también en el mar Caribe frente a la costa venezolana.
La Guardia Costera abordó la nave mientras transportaba 1,8 millones de barriles de crudo venezolano con destino a Asia, en una operación que incluyó el uso de helicópteros para desplegar equipos tácticos en la cubierta del buque.
Aunque el Centuries no figuraba oficialmente en la lista de sancionados del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, las autoridades de Washington defendieron la acción alegando que la carga y la ruta del barco formaban parte de las prácticas utilizadas para evadir sanciones contra el comercio de petróleo venezolano. «Diario El Comercio. Todos los derechos reservados.»

